Parece una moda pero lo cierto es que el consumo y la producción sostenibles son algo necesario si queremos que las generaciones futuras disfruten de los recursos que tenemos hoy. Aún así parece difícil pensar que la alimentación actual se vaya a parecer en algo a la de dentro de unas décadas.
Entre otras cosas porque, de seguir explotando los recursos como lo hacemos hoy, habrá muchas especies, vegetales y animales, que habrán desaparecido. Por eso la ciencia y la tecnología llevan tiempo postulándose como la alternativa para mantener una producción ganadera y agrícola suficiente para abastecer a la población mundial. Y de paso, para abrir nuevas formas de comercializar los alimentos.
Los avances científico-técnicos ya permiten personalizar productos, añadiendo o eliminando nutrientes y características físicas a gusto del consumidor. Ya se puede obtener carne sin origen animal y los laboratorios se están convirtiendo en las nuevas granjas.
Un panorama que satisface a algunos, ya que los recursos naturales dejan de ser necesarios y por tanto no se agotan, pero que no convence a otros, porque precisamente se sacrifica el origen natural por componentes de origen químico.
Veamos cómo será nuestro menú habitual del futuro (y que ya empezamos a ver en el presente):
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