¿Te imaginas que la sopa de saltamontes con ajo, los gusanos en salsa de vino, los grillos fritos o las hamburguesas elaboradas a base de bichos formasen parte de tu dieta diaria? Aunque en Occidente el consumo de insectos sea una realidad minoritaria y su inserción en la gastronomía popular genere rechazo a la población por un fuerte componente cultura, este tipo de animales pueden tener la llave para reducir la producción cárnica industrial, responsable de un gran despilfarro de agua y emisión de CO2, además de destacar por su riqueza de nutrientes.
4 tecnologías que cambiarán la alimentación del futuro
Con el término entomofagia se nombra la ingesta de insectos y arácnidos, -o artrópodos en general- como alimento para los humanos y animales, un hábito alimenticio muy extendido en algunas culturas de nuestro planeta como México, América Central y del Sur, África, Asia y Australia. Cerca de dos mil millones de personas en todo el mundo consumen bichos en su dieta habitual y ya existen algunas iniciativas para extender productos alimenticios de esta clase en el Viejo Continente: recientemente te contábamos que en Suiza la cadena de supermercados Coop comercializa una línea de hamburguesas y albóndigas elaboradas a base de harina de gusanos.
Bichos en tu plato: nutritivos, baratos y alineados con la sostenibilidad
Con las terroríficas previsiones de aumento demográfico y la creciente demanda de carne, el mundo puede sumirse en una escasez global de proteínas. De hecho, este completo y extenso informe de la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, subraya la importancia de comer insectos como solución al hambre y contribución a la lucha contra el cambio climático, ya que no resultará sostenible expandir la superficie dedicada a la agricultura, los océanos están sobreexplotados, y la escasez de agua dificultará la producción de alimentos.
Los bichos más consumidos son los escarabajos (31%) orugas (18%) y abejas y hormigas (14%), seguidos de saltamontes, langostas y grillos (13%), cigarras, saltamontes, chicharritas, cochinillas y chinches (10%), libélulas (3%) y moscas (2%). Son más económicos que la carne más tradicional, pueden ser criados con una baja inversión y ser recogidos directamente de la naturaleza.
Comiéndolos tendrás un gran aporte de grasas, proteínas, vitaminas, fibra y minerales. En el caso de las proteínas, su aporte puede ser, según el insecto, similar o incluso significativamente superior al del pollo o la carne de cerdo. Además, estos animales emiten muchos menos gases de efecto invernadero que la mayoría del ganado, puesto que únicamente las termitas y las cucarachas emiten metano, mientras que las emisiones de amoniaco son muy inferiores a las de la ganadería convencional, como la bovina y la porcina.
Además, aquellas personas que ya los degustan afirman que el sabor de las hormigas, las termitas o los gusanos es delicioso. el siguiente estudio. Lo fundamental es la aceptación y la predisposición del consumidor a la hora de ingerir esta clase de productos, tal y como revela .
Si quieres explorar los beneficios ambientales y de salud que implica el comer insectos, no pierdas la ocasión de echar un vistazo a la siguiente infografía. Y si la idea de incorporarlos a tu dieta no te disgusta, el gráfico también incluye un puñado de interesantes recetas.
Infografía | Western Exterminator Company
Fuente | ValueWalk
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