Radicada en Lisboa, Yupido guarda tras de si interesantes cifras y mucha proyección de futuro, además de una aura de misterio en torno a los servicios que ofertarán, ya que desde su plataforma web describe la misión como “dar a los clientes la infraestructura y apoyo que necesitan para operar con menos costes y mayor eficiencia”. En su sede nadie responde y aunque anuncia la contratación de empleados “motivados y alegres para crear grandes servicios” todavía no han vendido nada ni tienen plantilla.
Esta empresa portuguesa existe desde hace dos años, y gracias a la investigación de un profesor de la Universidad de Miño que estudiaba la productividad de las compañías con la base de datos Amadeus, salieron a la luz sus números: el capital social original, de 243 millones -destinados a un software de gestión-, se había ampliado a los 29.000 actuales, equivalentes a casi una séptima parte del Producto Interior Bruto del país.
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Por otra parte, Yupido tiene dos socios principales, Cláudia Sofía Pereira (69% del capital) y Torcato Caridade da Silva (30%), además de Filipe Besugo (1%) y un comité ejecutivo de diez personas presidido por un consejero delegado y un director de ventas. Su balance anual público reza que perdieron 21.000 euros en 2016, mientras que un revisor externo de cuentas de dilatada trayectoria llamado Antonio Alves da Silva -encargado de valorar la ampliación de capital- aclaró en su escrito que “el valor real podría ser mayor de 29.000 dólares”. Al ver un televisor mostrado por la compañía, el revisor mencionó al Observador una comparación con la disruptiva obra de Steve Jobs.
¿Una revolución tecnológica made in Portugal?
Yupido ha llamado la atención tanto del Gobierno de Portugal como del aparato judicial, ya que la Fiscalía del Estado, la Comisión del Mercado de Valores y el Colegio de Contables han abierto investigaciones. No obstante, Francisco Mendes, el portavoz de Yupido ha revelado en declaraciones al diario digital ECO que todos los aspectos legales de la compañía están en orden y que el próximo año 2018 los usuarios podrán comenzar a disfrutar de sus maravillosos servicios, desmintiendo descabelladas acusaciones mediáticas como el blanqueo de capital o la calificación de la compañía como “empresa fantasma”.
El portavoz de la compañía también ha confirmado que están trabajando en el registro de 42 patentes, que abarcarán desde la televisión, la transmisión de imagen, la distribución de contenidos y los algoritmos avanzados de computación. Sus planes pasan por revolucionar por completo el panorama tecnológico de -y desde- Portugal,
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