Uber ha cerrado esta semana una nueva ronda de financiación en la que ha captado más de 1.250 millones de dólares en inversión directa en la controvertida startup de transporte. Un anuncio de este tipo haría saltar de alegría a cualquier inversor, que sus fundadores lloraran de la emoción y que los analistas cantaran alabanzas. Entonces, ¿por qué en el caso de Uber ha ocurrido todo lo contrario?
Vayamos por pasos. Uber es uno de los mayores ‘unicornios’ del mundo (esto es, una startup valorada en más de 1.000 millones que se resiste a salir a Bolsa), con una estimación que hasta ahora rondaba los 69.000 millones de dólares. Una cifra mayúscula pero que no es ajena a los numerosos escándalos en que ha estado envuelta la compañía durante el último año: casos de acoso sexual por doquier, quejas de sus propios conductores contra la política de la empresa, escándalos de ciberseguridad ocultados de forma intencionada y un importante caso judicial que Uber enfrenta por haber robado supuestamente miles de documentos sobre el coche autónomo de Waymo, filial de Alphabet/Google.
Todo eso ha hecho que la actual ronda de financiación, liderada por Softbank junto a otros fondos como TPG o Sequoia, ronde los 9.000 millones de dólares, incluyendo la inversión antes mencionada de 1.250 millones y el montante destinado a cambiar de manos los títulos de la empresa. Eso eleva la valoración global de la compañía de apenas 48.000 millones de dólares. O, lo que es lo mismo, un 30% inferior a lo que se estimaba hasta este momento.
Perfil de Travis Kalanick: de la gloria a la caída en desgracia de Uber
Vista la caída drástica del valor de la startup, queda ver el segundo gran elemento que convierte la gran noticia en un auténtico drama: el papel de Travis Kalanick. El fundador de Uber mantenía todavía acciones por valor de 5.100 millones de dólares. Pues bien, tras su controvertida salida de la firma, tras pelearse incluso con sus propios conductores y lograr enfadar a todos los grandes accionistas a la vez, Kalanick se ha desprendido del 29% de sus participaciones por unos 1.400 millones. Eso supone valorar, según cálculos de Forbes, el peso total de las acciones del líder más inestable del sector en 4.800 millones de dólares; de nuevo un 30% menos de lo estimado anteriormente. Si a eso le unimos los 300 millones de dólares que Kalanick tendrá que pagar en impuestos, el negocio no parece haber sido muy rentable para el incontrolable exconsejero delegado.
Igualmente, y pese a las reticencias privadas y públicas del entorno de Travis Kalanick, esta operación también supone acabar con cualquier atisbo de poder en la junta de dirección de la startup. No en vano, el exdirectivo había tratado de orquestar toda clase de artimañas para mantener el control de este organismo, pero ahora Uber pasará a contar con una junta de 17 miembros con mayoría contraria al fundador de la startup.
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