La pasada semana supimos que Toshiba elegía finalmente a un consorcio formado por el gobierno japonés y la surcoreana SK Hynix para hacerse con su negocio de chips de memoria, como informaba NYT. No fue una decisión sencilla, ya que la telenovela venía demorándose casi desde el inicio de la profunda crisis de esta firma, ya que esta desinversión es el único salvavidas que le queda a Toshiba para evitar su quiebra total. Sin embargo, el camino no sólo ha sido lento, sino también lleno de baches (y no sólo hablamos de las decenas y decenas de reclamaciones judiciales de sus accionistas).
Y uno de los socavones más ingentes que se ha encontrado Toshiba en este trayecto lleva por nombre Western Digital. El mayor fabricante de unidades de memoria a escala mundial era socio de los japoneses en algunas de sus plantas de fabricación, además de gozar de ciertos privilegios contractuales como un supuesto derecho para negociar cualquier venta de Toshiba en exclusiva.
Toshiba reconoce que hay “dudas sustanciales” sobre su mera supervivencia financiera
Obviamente, los nipones no han cumplido con su palabra al abrir la negociación a varias decenas de postores, con lo que Western Digital no tardó en amenazar primero, y pedir la mediación de un tribunal de California después para evitar que cualquier acuerdo firmado por Toshiba sin su permiso llegue a ser una realidad. Una acción que ha tenido su reacción, opuesta e igual, por parte de los japoneses, que han interpuesto una demanda contra WD por unos hipotéticos “daños y perjuicios” -valorados en nada menos que 1.000 millones de dólares- al interferir en el proceso de venta de los asiáticos.
De hecho, fuentes de la compañía en declive han confirmado a Reuters que la venta de su negocio de memorias se retrasará más todavía (estaba prevista inicialmente para antes de marzo), principalmente por desavenencias entre los socios del consorcio elegido ante esta insólita postura tomada por Toshiba, entre otras dudas lógicas a la hora de desembolsar nada menos que 18.000 millones de dólares.
Recordemos que esta cantidad ayudará en parte a cubrir los ingentes agujeros económicos del grupo –amenazado de quiebra-, lastrado por sus escándalos contables y el desastre de la inversión en su unidad nuclear, Westinghouse, ya declarada en bancarrota.
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