“El límite es el cielo”. Este lema motivacional bien podría ser el corporativo de Amazon, que a tenor de sus últimos movimientos parece que se ha propuesto cubrir todas y cada una de las necesidades de sus consumidores.
El gigante que dirige Jeff Bezos, y que le ha convertido en el segundo hombre más rico del mundo, quiere ser el lugar donde compremos cualquier cosa en internet (hasta coches), quiere ser el proveedor de servicios en la nube para las empresas más importantes del mundo, nuestro asistente inteligente en casa y nuestro supermercado físico.
La diversificación de los servicios de Amazon parece no conocer límites y le está reportando cuantiosos beneficios. Por lo pronto esta estrategia le ha valido para convertirse en la tercera compañía tecnológica más valiosa del mundo, sólo por detrás de Apple y Alphabet.
Otro de sus negocios es el del streaming de contenidos a través de Amazon Prime Video, con el que compite con Netflix. La productora de Orange is the New Black y Stranger Things es un rival digno en este campo, con 100 millones de suscriptores y una capitalización de 65 millones de dólares, aunque está lejos de los 429.500 millones de Amazon.
Una diferencia que en buena medida se explica por esa diferenciación de la que hablamos. Netflix pone todos sus huevos en la misma cesta: producción propia de series y películas y compra y emisión de contenidos de terceros.
Cuando le preguntan a su fundador Reed Hastings por qué no imita la estrategia de Amazon y trata de abrir el abanico de servicios (apostando, por ejemplo, por la emisión de partidos en directo), el ejecutivo lo tiene claro: a estas alturas, con el tamaño que ha adquirido la empresa de Bezos, es prácticamente imposible igualarla imitando su modelo de negocio.
Netflix tiene que ser una marca “emocional”, ha dicho en una entrevista con Recode, que sea admirada y amada por aquello que sabe hacer muy bien, que es algo concreto y específico: entretenimiento de calidad.
En realidad esta perspectiva coincide con los argumentos del economista y experto en estrategia empresarial Michael Porter, quien defiende que para competir con los gigantes tecnológicos hoy en día lo mejor es especializarse en algo y ganarse la credibilidad de los clientes. Dotar a la marca de unos significados que no puedan tergiversarse ofreciendo productos o servicios que se puedan contradecir.
Recurso | EFE
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