Fin a la polémica que ha traído de cabeza a Airbnb durante las últimas semanas en Francia. El caso es como sigue: en el país vecino, la popular plataforma colaborativa de alojamiento decidió incluir una nueva opción de pago (la tarjeta prepago Payoneer). Hasta ahí todo correcto… de no ser porque esta tarjeta no requiere que el dinero pase por ninguna cuenta bancaria, con lo que se facilita enormemente la evasión de impuestos.
Algo que, obviamente, el gobierno galo no ha querido alentar ni un ápice. Por ello, hasta el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, se ha reunido con los directivos de Airbnb con el único objetivo de acabar con esta alocada idea con la mayor brevedad posible. Gravedad máxima, por tanto, a una opción de pago que apenas utilizaba el 1% de los anfitriones de esta plataforma en Francia.
Airbnb defendía (y sigue haciéndolo, pese a haber cedido por completo a las pretensiones de las autoridades fiscales) que todas las herramientas de pago puestas a disposición de sus anfitriones, incluida la tarjeta Payoneer, eran “legales y tenían todas las autorizaciones necesarias para operar en Francia”. La versión oficial de la empresa es que han retirado esta alternativa simplemente “para responder a las preocupaciones relacionadas con el posible abuso de tarjetas de débito”.
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Mucho más contundente ha sido el Ministerio de Finanzas francés. “Esta decisión responsable permite evitar todas las oportunidades de fraude abierto mediante el uso de esta herramienta de pago”, ha explicado el Ejecutivo vecino en un comunicado oficial.
Pero si alguien piensa que con esto Airbnb se ha ganado el favor de las autoridades francesas, no podría estar más equivocado. La controvertida compañía está actualmente en una batalla a mil bandas con el Ayuntamiento de París, el cual ha exigido que se retiren todos los apartamentos disponibles que carecen de un número de registro oficial. Esta simple exigencia de cumplir con los mínimos valores fiscales y legales que afectan a todos los sectores económicos supondría, de facto, la reducción exponencial de la oferta de alojamiento de Airbnb en la capital gala y su pérdida de atractivo para los consumidores.
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