Ahorrar dinero en casa es sencillo si sabes cómo, te propones ser una persona organizada y sientas unas directrices obligatorias. Reservar un buen pellizco de dinero todos los meses y reducir los gastos o el consumo no es cuestión de pasar hambre, no encender las luces o no darte ningún capricho jamás, sino que está mucho más vinculado con la perseverancia, la mejora de tus hábitos o el rechazo de la compra impulsiva, así como la venta de cosas que no necesites o la ayuda de aplicaciones especializadas como Fintonic, perteneciente al boyante sector fintech.
Cómo ahorrar dinero si eres una persona impulsiva
Mientras que para ahorrar grandes cantidades de dinero al año puedes probar con algún efectivo método viral como el japonés Kakebo, el reto de las 52 semanas -o el de los 365 días-, la técnica de ahorro Harv Eker o las listas de ahorro de no comprar, cabe ni siquiera es preciso ponerte al día con ningún método concreto, sino poner en práctica en tu día a día normas de sostenibilidad energética, echarle un vistazo a tus facturas y recibos por si quieres cambiar de compañía y estás pagando demasiado por determinados servicios o modificar tus pautas de consumo e ir al supermercado con una lista cerrada, evitando gastos superfluos o de última hora.
Pequeños gestos para mejorar tu economía doméstica, mes a mes
En la siguiente infografía, cortesía de la plataforma de préstamos online Vivus, podrás encontrar pequeñas y sencillas técnicas para ahorrar dinero en el hogar. Varias de ellas guardan estrecha relación con la factura de la luz, ya que resulta fundamental aprovechar la luz solar, no pasarse con el aire acondicionado y hacer un uso eficiente del mismo, revisar la potencia eléctrica contratada y analizar tu consumo o apostar usar electrodomésticos de bajo consumo -aquellos dotados con la etiqueta energética A+++-, así como vigilar de cerca el frigorífico o apostar por cambiar la antigua iluminación de alto consumo por bombillas LED.
Mención especial merece la reducción o eliminación de los llamados gastos hormiga: aquellos pagos reiterados en productos o servicios innecesarios y que por lo tanto, provocan fugas de dinero evitables pero “invisibles” a nuestros ojos, puesto que son resultado de la suma de pequeñas pero recurrentes cantidades de dinero. Puede ser el café o la caña diaria que te tomas cada día en el bar, comisiones bancarias evitables, tabaco, aperitivos del supermercado, una tarifa de móvil muy alta y un largo etcétera. ¡En tu mano está acabar con ellos!
Infografía | Vivus