No son únicamente las habilidades profesionales ni la experiencia laboral lo que configura el perfil que podríamos calificar como ’empleado excepcional’: la excepcionalidad va de la mano de una serie de actitudes y rasgos de la personalidad capaces de marcar la diferencia. Y ser capaz de detectar estos rasgos y actitudes resulta fundamental para un jefe que quiera retener y premiar el talento en su compañía.
Y es que una compañía en la que sus responsables no sean capaces de detectar quién está comprometido con la misma o en la que no se muestra interés en premiar a quien está dipuesto a asumir responsabilidades y hacer el esfuerzo extra (que puede llegar a separar el éxito del fracaso) será en poco tiempo una empresa fallida incapaz de atraer a trabajadores excepcionales (ni sencillamente buenos).
Por eso resulta fundamental que seamos capaces de reconocer los indicadores que señalan la presencia de gente excepcional en las filas de nuestra empresa:
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