Quizás sean los continuos cambios de políticas educativas o, quizás, sea a causa de la falta de inversión y los recortes que se han acometido en esta parcela durante los últimos años. Pero lo que sí sabemos es que ya no sólo el famoso informe PISA nos sitúa a la cola de Europa (con orgullosas excepciones como Castilla y León o Navarra), sino que también somos líderes en otro poco honorable aspecto: somos el país en el que una mayor cantidad de jóvenes que se han quedado en la educación secundaria obligatoria (ESO).
Así pues, el promedio europeo de población entre 25 y 34 años con un nivel máximo de educación secundaria inferior se ha situado en un 16,5%, cuando en 2007 todavía se llegaba a un 20,6%. Sin embargo, esta cifra se dispara hasta el 34,7% en el caso de España, exactamente el mismo porcentaje que en 2007. Malta comparte este bochornoso liderazgo con nosotros, mientras que Portugal se sitúa en un 30,5%, figurando a continuación Italia (26,1%) y Rumanía (23,6%).
Por debajo del promedio figura el Reino Unido con un 15,1%, así como Dinamarca, Hungría y los Países Bajos con tasas en torno al 14%. Alemania registra un 12,9%, al tiempo que Suecia y Austria superan el 11%. Finlandia (9,4%) e Irlanda (8,9%) son los dos países de la antigua UE-15 con las cifras más bajas. Cierran la clasificación cinco miembros de reciente adhesión destacando Eslovenia (5,9%), Polonia (5,8%) y Croacia (5,5%).
Desde el Instituto de Estudios Económicos -fuente de estos datos- se muestran, eso sí, ligeramente optimistas. Para ello se basan en que la tasa española de universitarios entre la población joven española no ha dejado de crecer alcanzando un 41% en 2016, al tiempo que se han conseguido importantes avances en la reducción de las tasas de abandono escolar.
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