Los turistas que han tenido la suerte de pisar la Ciudad Sagrada del Machu Picchu, cuna del desaparecido Imperio Inca situado a 2.430 metros de altura en un extraordinario paraje montañoso jamás se olvidan de su estampa: rampas gigantescasa, murallas y terrazas con vistas al Amazonas y el caudaloso río Urubamba. Verdes increíbles, templos religiosos, areas agrícolas y secretos remotos surcan la magnética ciudadela, vacía desde hace meses debido a la alerta sanitaria mundial por la pandemia de coronavirus.
No obstante, Jesse Katayama ha sido el afortunado ciudadano japonés que ha podido visitar Machu Picchu prácticamente en solitario, con la ayuda de los comprensivos funcionarios. El turista asiático se quedó varado siete meses en Perú debido a los bloqueos globales provocados por la COVID-19, que lo sorprendió truncando su viaje alrededor del globo.
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El fin de semana pasado, los funcionarios de Perú permitieron que Katayama accediese a este Patrimonio Mundial de la UNESCO debido a su paciencia y deseo de ver Machu Picchu. El sitio, que suele recibir a miles de visitantes al día, estaba prácticamente vacío, salvo por la presencia de algunos guías turísticos.
Cuando Katayama se percató de que no podía salir de Perú, alquiló un apartamento, recibió talleres de yoga diarios, impartió clases locales de boxeo y trabajó en exámenes de educación física. Hubo una breve oportunidad de unirse a una evacuación de emergencia organizada por Japón, pero Katayama pensó que el costo era prohibitivo. Tomó la decisión de esperar y finalmente, valió la pena: pudo pisar el lugar donde decidió finalizar su viaje, un sueño cumplido que decidió celebrar compartiendo una instantánea en Instagram.
Alejandro Neyra, ministro de cultura de Perú, dijo en una conferencia de prensa virtual el lunes que se le había otorgado a Katayama acceso especial al sitio en reconocimiento a su paciencia. “Había venido a Perú con el sueño de poder entrar. El ciudadano japonés ha entrado junto con nuestro responsable del parque para que pueda hacer esto antes de regresar a su país”. La fecha original en la que Katayama iba a acudir a la fortaleza era el 16 de marzo, uno de los momentos clave de explosión del virus.
Anteriormente, el turista escribió en un sitio web de crowdfunding en 2019 que soñaba con abrir un gimnasio de boxeo en Japón y quería viajar por el mundo para aprender los mejores enfoques de cada país. Antes de llegar a Perú, enseñó boxeo en Australia, Brasil, Sudáfrica, Egipto y Kenia.
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Su historia fue recogida por el periódico peruano La República, el cual cubrió su vigilia y lo llamó “el último turista en Machu Picchu”. La perseverancia del japonés movilizó previamente a cientos de simpatizantes que se ofrecieron a presentar una petición a las autoridades en su nombre.
Katayama ahora está listo para regresar a Japón. Todavía está pendiente una fecha de reapertura para Machu Picchu, a la espera de la evolución de la grave crisis sanitaria causada por el SARS-COV-2. Hasta la fecha, la pandemia ha devastado la industria turística peruana, la tercera fuente de ingresos más grande del país y que da trabajo a un 8% de su fuerza laboral, equivalente a 1,8 millones de personas.
Fuente | The New York Times