Los pelirrojos se han tenido que enfrentar en siglos pasados al estigma y a la superstición, desde cargar con la creencia de no tener alma o incluso ser asociados con vampiros y brujería. Hoy en día sabemos que nada de eso es cierto, pero sí que es cierto que la percepción del dolor de esta pequeña porción de la población -entre el 1% y el 2%- es diferente a la de las personas con otro color de pelo.
En primer lugar, el color del pelo, de los ojos y de la piel está determinada por la proporción de los pigmentos que constituyen dos formas de melanina: feomelanina rojiza y eumelanina negro parduzco. Por ejemplo, alguien con mucha eumelanina tendría cabello oscuro y piel que se broncea fácilmente. Por su parte, los pelirrojos producen principalmente feomelanina.
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La culpa recae en la genética, ya que poseen una versión recesiva de un gen llamado MC1R, que generalmente contiene instrucciones para producir receptores de melanocortina-1 que estimulan la producción de eumelanina. Esta mutación interrumpe la activación de estos receptores, causando una abundancia relativa de feomelanina que se manifiesta como cabello rojo o rubio y piel clara y pecosa.
La desventaja de tener poca o ninguna eumelanina es que el pigmento protege su piel de los rayos UV. La feomelanina no tiene las mismas propiedades protectoras, por lo que las personas de piel clara que carecen de eumelanina tienen un mayor riesgo de daño cutáneo relacionado con el sol y también más papeletas a la hora de padecer cáncer de piel. Centrándonos en la percepción del dolor, este receptor de melanocortina-1 también juega un papel muy importante en la respuesta inmune e inflamatoria del cuerpo, así como en las áreas cerebrales vinculadas al dolor.
Estudios confirman la distinta sensibilidad y percepción de los pelirrojos al dolor
Rebuscando en la literatura científica sobre esta temática, un estudio de 2006 encontró que los pelirrojos son más sensibles al dolor de las temperaturas cálidas y frías. Por otra parte experimentan menos otros tipos de dolor, como descargas eléctricas, pinchazos con agujas y dolor punzante. El falso mito de que experimentan más dolor probablemente esté vinculado con el hecho de que suelen requerir más anestesia, al menos hasta un 20% que el resto de la población y en algunas ocasiones hasta el doble.
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No obstante, cuando se trata de analgésicos, un tipo diferente de medicamento que mata el dolor sin adormecer otras sensaciones, los pelirrojos en realidad tienen un umbral más bajo: un estudio publicado en 2005 encontró que los pelirrojos necesitaban significativamente menos morfina opioide para calmar su dolor.
Fuente | Curiosity