Taichung no es un pueblo cualquiera: esta diminuta aldea de Taiwán acoge la historia de un soldado retirado que ya siendo nonagenario debió enfrentarse a la dura y cruel postura de su Gobierno, el cual quería derribar su hogar. Este hombre se llama Huang Yung-Fu y llevaba casi cuatro décadas residiendo en Taichung. Debido a la bajada demográfica apenas quedaban once viviendas habitadas, lo que llevó a las instituciones a querer demoler su casa.
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En lugar de guiarse por la desesperación y la tristeza ante la perspectiva de abandonar su casa, este hombre decidió recurrir al arte, inundando la aldea de figuras de toda índole, y propiciando un estallido de colores que dotó a las fachadas de las casitas de una nueva vida.
Para fortuna de Huang Yung-Fu, la ingeniosa iniciativa fue acogida con un enorme éxito a nivel turístico. El boca a boca y la belleza de las coloridas e imaginativas pinturas de Taichung propició que miles de personas acudiesen a las calles de este pueblo asiático a contemplar las casas y convirtió el enclave en un punto de parada obligatorio para amantes de la fotografía e intrépidos viajeros.
A raíz del incremento de la popularidad las autoridades decidieron cambiar de opinión y paralizar el dictamen de tirar abajo las viviendas restantes. Mientras, Huang ha prometido continuar con sus hermosos dibujos por lo menos hasta los 100 años. Ahora, y gracias a su arte muchos han bautizado el lugar como el pueblo arcoiris.
Imagen | Wikimedia Commons/Steven
Fuente | BBC