Se acabó lo que se daba. RapidShare, antaño uno de los sitios de descargas directas más populares, acaba de anunciar que en breve cerrará sus puertas, un movimiento triste a la par que esperado y producto directo de la caza legal constante a la que los capos del copyright vienen sometiendo a este tipo de servicios desde la operación policial impulsada por ellos en 2012 contra Megaupload, la cual se saldó con la desaparición del portal y la detención de varios de sus responsables.
En esta ocasión, el anuncio ha llegado en forma de aviso incrustado en rapidshare.com, donde la compañía explica lo siguiente (traducción libre y de lo más importante del comunicado):
Estimados clientes de RapidShare, detendremos el servicio el 31 de marzo de 2015 […] Recomendamos a todos los clientes asegurar sus datos. Después del 31 de marzo de 2015 todas las cuentas dejarán de ser accesibles y se eliminarán de forma automática. Si tiene alguna pregunta, por favor no dude en enviarnos un email a support@rapidshare.com. Gracias por tantos años de confianza.
Una muerte esperada
Así que no proporcionan las razones concretas que les han llevado a tomar esta decisión tan drástica, aunque tampoco hace mucha falta porque al echar la vista atrás y analizar un poco la historia de RapidShare todos las imaginamos.
Entrando en detalles, como decíamos, el calvario del sitio empezó en 2012. En ese año, el FBI cerró Megaupload, y tras eso, el resto de webs populares de descargas directas se convirtieron en el nuevo objetivo número uno de los pesos pesados de la industria audiovisual estadounidense con RapidShare a la cabeza, ya que una parte muy importante de los usuarios de Megaupload optaron por ellos como alternativa.
Entre envite y envite legal el tiempo fue pasando, y las presiones de todo tipo aumentando, hasta que, sumando todo, la situación se volvió insoportable y RapidShare tomó dos decisiones serias: una, plegarse a la industria activando varias medidas para combatir la piratería dentro del portal, y dos, tratar de reinventarse haciendo entender a los usuarios que pasaban a ser otro servicio más de almacenamiento en la nube donde el alojamiento de archivos protegidos por derechos de autor no tenía cabida.
Y ahí empezó el principio del fin de RapidShare, porque, aunque las medidas antipiratería sí tuvieron efecto e industria y las instituciones aflojaron la soga, las visitas también se desplomaron y con ellas los ingresos, tanto que finalmente en 2013 despidieron al 75% de su plantilla.
En resumen, todo apunta a que después de abandonar su modelo original por la persecución de las industria y las autoridades no han conseguido renter a la comunidad ni crear nueva, ante lo que no les queda otra que cerrar. Una pena, sobre todo porque todos los esfuerzos que han hecho no han servido de nada; ni los índices de piratería han bajado, ni tampoco el número de sitios parecidos.
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