Igual que al diseñar una aplicación nos preocupamos de que la interfaz de usuario sea ‘usable’, si queremos que el sistema pueda expandir su funcionalidad o que terceros tengan acceso a sus servicios, entonces debemos proveerla de una interfaz para los programadores. Esto es, diseñar APIS que faciliten la labor al programador.
Cuando diseñamos una API tenemos que ponernos desde la perspectiva del programador. De la persona que quiere usar nuestra API para extender las funcionalidades de nuestra aplicación o quiere aprovechar los servicios de nuestra aplicación para integrarlos en su propia aplicación o servicio.
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¿Qué es una API? Una interfaz hecha para desarrolladores que expone nuestros recursos de una forma entendible y accesible para otros. Es la llave mágica que abre casi todas las puertas.
Una buena API debe ser fácil de aprender, fácil de usar (incluso sin documentación), el código que la use debe ser fácil de leer y mantener, suficientemente poderosa para satisfacer los requerimientos, fácil de extender y apropiada para la audiencia.
Para ello existen plataformas, herramientas y también lenguajes que permiten a los equipos de desarrolladores diseñar, desarrollar, probar y documentar sus propias APIs para facilitar la programación de productos a terceros o generar ingresos. A continuación te desgranamos algunas de ellas: