El incremento de los ciberataques está cobrando una magnitud de extrema gravedad, especialmente si tenemos en cuenta que muchas de las amenazas informáticas van dirigidas contra las consideras como infraestructuras críticas (servicios esenciales como agua, luz o transporte que no tienen reemplazo). Sólo en 2015, las infraestructuras críticas españolas recibieron 134 ataques.
Es por ello que, más allá de las empresas privadas y organismos públicos dedicados a la ciberseguridad (como el INCIBE), cada vez más estamentos de las fuerzas del orden tradicionales se están involucrando en la defensa del perímetro digital. Es el caso del CCN-CERT en España -perteneciente al Centro Nacional de Inteligencia- o de los Ejércitos de medio mundo.
En esta última línea de actuación, esta semana hemos conocido que la OTAN y la Unión Europea están realizando maniobras conjuntas en materia de seguridad cibernética. Así lo ha admitido el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, en declaraciones recogidas por el portal Sputnik.
No en vano, a partir de 2017, la OTAN planea modernizar todo su sistema de defensa cibernética, para lo cual va a destinar más de 70 millones de euros. Todo ello después de que, en la cumbre de julio pasado en Varsovia, todos los jefes de Estados y Gobierno de los países miembros de la OTAN reconocieran el espacio cibernético como una nueva zona de la responsabilidad operacional de la Alianza.