“Damos forma a las herramientas y después son las herramientas la que nos dan forma a nosotros” (Marshall McLuhan).
Internet genera y difunde información a un ritmo mucho mayor del que podemos procesar. Por fortuna, la tecnología muta al mismo ritmo, generando nuevas plataformas y servicios que nos ayudan a filtrarla, aprenderla y comunicarla. A generar conocimiento, en definitiva. Como explican Linda Castañeda y Jordi Adell en su libro sobre los entornos personales de aprendizaje: “La idea de que todas las personas tienen un entorno, personal por tanto, en el que aprenden es inherente al hecho mismo de que las personas aprenden a lo largo de toda su vida y en todo momento […]
Para estos autores, las personas siempre hemos tenido ‘entornos personales de aprendizaje’, sólo que antiguamente (cuando dicho aprendizaje giraba en torno a la figura del profesor/experto) no éramos conscientes de ello. “No obstante, con la llegada de la llamada Web 2.0 y la popularización del acceso móvil a la información las cosas han cambiado. Nos encontramos en una era educativa que Weller llama ‘de la abundancia’. Ahora podemos acceder de forma rápida y sencilla a toda la información que constituía en otros momentos el grueso de la educación escolar (los contenidos) y además podemos comentarla, recrearla y debatirla con otras personas“.